lunes, 16 de diciembre de 2013

EL BÚNKER SECRETO DE LA MONCLOA

En el subsuelo del Palacio de La Moncloa hay un búnker, capaz de resistir cualquier tipo de ataque, desde el que se dirigiría una hipotética “defensa final” de España. 




El 23 de febrero de 1981 el teniente coronel Tejero entra con un grupo de guardias civiles y toma el Congreso reteniendo a todos los diputados durante la investidura como Presidente del Gobierno de Calvo-Sotelo. Al mismo tiempo en Valencia el Capitán General de la III Región Militar, Millans del Bosch, saca los tanques por las calles apuntando a los edificios civiles. Horas más tarde el intento de golpe de estado conocido como 23-F fracasa.
Meses más tarde de esto Felipe González gana las elecciones y sube a la Presidencia del Gobierno, con el recuerdo muy fresco del 23-F y ordena construir un búnker subterráneo secreto bajo el Palacio de La Moncloa, para poder salvaguardarse y dirigir desde ahí las operaciones en caso de un nuevo intento de golpe de estado. O incluso de un posible ataque químico o nuclear, ante el miedo de que en plena Guerra Fría tarde o temprano se desate la III Guerra Mundial.

La entrada al búnker está situada en uno de los edificios administrativos de los que dispone el complejo de La Moncloa. Se accede a través de un pasillo que cuenta con un amplio dispositivo de detectores de seguridad. Todas las personas que trabajan en el búnker (unas 40 entre operarios, médicos, telegrafistas y guardias) tienen una tarjeta personalizada para poder entrar. Tras superar este primer control se alcanza el túnel de entrada, con las paredes pintadas de blanco, a cuyos lados se sitúan puertas falsas de color granate sin salida. Al final de este pasadizo se sitúa la verdadera puerta de entrada al búnker, la cual tiene la peculiaridad de ser giratoria.
El búnker está conectado con el resto de edificios del recinto de La Moncloa a través de una complicada red de túneles subterráneos. Incluso, diversas fuentes apuntan a que éste complejo entramado de pasadizos lleva hasta el mismísimo Palacio de la Zarzuela, para proporcionar al Rey y a su familia una rápida y segura escapatoria en caso de necesidad, y también hasta la sede del CNI, ambos lugares situados muy cerca de La Moncloa.
Estas últimas informaciones parecen más propias de una película o de un libro de Dan Brown, pero lo cierto es que si miramos el mapa de Madrid y lo comparamos con el mapa de Metro, vemos como éste se ha expandido por todos los rincones de la ciudad, e incluso por las ciudades periféricas como Leganés o Getafe, y en cambio no se ha construido ni un solo túnel en la zona oeste de Madrid, acabando los túneles por esa zona en la estación de Moncloa, situada a más de 2 km. en línea recta del Palacio de la Moncloa y a más de 11 km. del Palacio de la Zarzuela. Es decir, se han construido túneles para el metro en toda la ciudad, en zonas muy lejanas y en zonas con una orografía mucho más complicada, y en cambio en la zona oeste, donde se sitúan ambos complejos, ninguna. ¿Casualidad? o ¿no se puede seguir haciendo túneles en esa zona porque ya hay construcciones subterráneas?

Antes de la construcción de este búnker ya existía un proyecto secreto impulsado por el gobierno de UCD, el proyecto Orión, que estaba planificando la construcción de un mega refugio subterráneo en la provincia de Toledo, en un lugar oculto del que no podemos acordarnos. Felipe González paró el proyecto a su llegada al gobierno, y como hemos dicho, por temor a otro 23-F, decidió construir el búnker en el mismísimo Palacio de la Moncloa, para tener una rápida escapatoria.
Una comisión militar visitó varios complejos parecidos como los de Noruega, Canadá y Holanda, y hasta la propia OTAN recomendó la instalación. El búnker de La Moncloa empezó a realizarse en 1989 y se acabó en solo 2 años, finalizando a finales de 1991, en plena Guerra del Golfo. Como es de suponer las obras se llevaron en un estricto secreto. A los trabajadores del complejo de La Moncloa se les dijo que se estaba realizando la construcción de un parking subterráneo, el de Puerta de Hierro. Asimismo, a los trabajadores de la empresa Dragados, la encargada de realizar la obra, se les impuso la firma de un contrato de confidencialidad, estando bajo la Ley de Protección de Secretos Oficiales. En Egipto dicen que se enterraba a los trabajadores con el faraón tras acabar la pirámide para que nadie supiera cómo se entraba a la tumba. Ahora somos más modernos y no se mata a nadie, solo se firman cláusulas.
El nombre oficial del búnker es CITA (Centralización de Instalaciones Técnicas Auxiliares) y se estima que costó alrededor de 60 millones de euros. El personal del búnker, conocidos como bunkeros, dependen directamente del Ministerio de Presidencia, y en concreto, de un departamento especial llamado Departamento de Infraestructuras y Seguimiento para Situaciones de Crisis (DISSC).
Esta cripta subterránea tiene alrededor de 7.500 metros cuadrados, y en ella ya se han llevado a cabo importante reuniones que decidieron el destino de España. Allí se produjeron reuniones sobre la Guerra de los Balcanes, la tregua de ETA, o los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas y el Pentágono. La última gran reunión que se llevó a cabo ahí fue en la Nochevieja de 1999 ante el temor del Efecto 2000. El entonces vicepresidente Álvarez Cascos se encerró en el búnker con un gabinete de crisis, en previsión de tener que liderar un plan de emergencia ante el inminente fin del mundo por el colapso electrónico. Pero aquí seguimos, así que lo que se preveía una reunión heroica hoy parece más bien ridícula.

El búnker tiene 3 pisos y capacidad para unas 200 personas. Además se trata de un complejo completamente autónomo, capaz resistir un asedio prologando, un desastre nuclear, un terremoto, o cualquier tipo de desastrosa catástrofe. En el primer piso, el conocido como planta 0, se sitúa una sala con una ducha de descontaminación radiactiva. En esta planta están los despachos de los máximos representantes de los tres ejércitos (Tierra, Mar y Aire), cuyos despachos tienen ventanas iluminadas que simulan la luz natural del día. Desde allí se ejecuta el ordenador central militar, desde el que se pueden controlar 120 cazas en una situación de extrema gravedad. Además se sitúa un estudio de televisión para poder enviar mensajes desde el búnker a los ciudadanos que están fuera. Esta planta cuenta además con un hospital con quirófano y todos los avances médicos, e incluso con una nevera repleta de antídotos contra pandemias como la viruela o el ántrax, en previsión de una guerra química.


                                                          Filtración del plano del búnker

La siguiente planta a la que se desciende es la conocida como -5, y en ella se sitúan los lugares civiles como la biblioteca, el archivo, servicios de traducción simultánea, las habitaciones de las autoridades, la cocina y las cámaras frigoríficas, y la cafetería restaurante. En estas gigantescas neveras podría llegar a almacenarse hasta cadáveres. Cada 2 meses se cambian las existencias y es un misterio como se reponen las neveras, quien lo hace y donde van a parar los alimentos que se retiran. En esta planta hay incluso un anfiteatro para proyecciones. Esta sala guarda un enigmático misterio: todas las butacas son azules salvo una que es roja. ¿La butaca del Presidente? ¿o de quién?
En la planta más alejada de tierra firme, la conocida como -10, se encuentran otras salas vitales para la autonomía del búnker como los almacenes, los despósitos de gasoil que pueden llegar a albergar 40.000 litros cada uno, los dos pozos que toman agua a más de 200 metro de profundidad, los depósitos de agua, las depuradoras, las calderas, y la fosa séptica. Además en esta planta se encuentran otras estancias como salas de ordenadores, gimnasio, lavandería o un taller mecánico, así como una armería e incluso un pequeño cementerio.

Todo el complejo cuenta con hilo musical, quien sabe si para poner una triste y trágica melodía en el momento final del Apocalipsis.

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